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Entre la nada y el todo: La angustia en Heidegger

  • Foto del escritor: M E T H O D O S
    M E T H O D O S
  • 13 feb 2021
  • 7 Min. de lectura

Abraham González Montaño

Cámara de Diputados


Siempre que se pregunta por la metafísica, según Heidegger, se abarca en totalidad el problema de la metafísica y, también se incluye en el cuestionamiento, al ser que la pregunta. Es por ello, que toda problematización de la metafísica es una manera de preguntar, también, por el ser que la problematiza, dando como resultado el situar a dicho ser no solo en sus especificidades históricas, sino también, existenciales.


Ante ello, una forma de preguntarse por la metafísica se da en el terreno existencial del lugar científico, dentro del cual, solo se pregunta por lo ente, porque dentro de las premisas de la ciencia, solo se investiga lo que puede conocer el Dasein a través de su experimentación que se da en la inmediatez del aquí y ahora.


En este sentido, la ciencia se pregunta solo por el mundo que le es próximo al sujeto cognoscente y más allá de eso, no hay nada. Por ello, “lo que hay que investigar es sólo lo ente… y nada más; sólo lo ente… y más allá, nada más; únicamente lo ente… y, por encima de eso, nada más” (Heidegger, 2003: 17).


De este modo, la ciencia jamás se preguntará por la nada, porque más allá de lo ente, no hay nada, es más, para el posicionamiento científico resulta hasta contradictorio e ilógico el preguntarse por la nada, porque en la simple pregunta hay una contradicción lógica al suponer que la nada es algo.


En términos concretos, la ciencia descarta hasta la misma pregunta por la nada, porque si se pregunta por esta, supone que es algo que amerita ser preguntado, lo cual, en términos lógicos, sería una contradicción. Por ello, la pregunta por la nada no tiene ningún sentido, porque “la regla fundamental del pensar en general, a la que se recurre corrientemente, esto es, el principio de no contradicción, la lógica universal, echa abajo esta pregunta” (Heidegger, 2003: 19).


Ahora bien, si se pone en suspenso el modo en que la ciencia se acerca al mundo mediante la negación y clausura de la nada, y en cambio, se llega a suponer que la nada si puede ser pensada mediante una interrogación concreta, según Heidegger, se corre un riesgo: pensar que la nada es, simplemente, la absoluta negación sobre la totalidad de lo ente, es decir, la nada es lo absolutamente no-ente, configurando así una respuesta, meramente, negativa a dicho cuestionamiento sin hacer siquiera el esfuerzo de pensar y problematizar mencionado postulado.



Es así como, si se acepta la pregunta por la nada y a su vez, se rechaza la típica respuesta –sin explicación, ni desarrollo– en donde ésta es la mera negación sobre lo que hay en totalidad y no hay profundización en la pregunta en sí, entonces, se postra la pregunta por la nada desde el lindero de que existe y de que sale al encuentro del Dasein mismo.



Asimismo, la nada para que salga al encuentro y al ser “la completa negación de la totalidad de lo ente” (Heidegger, 2003: 22), tiene que darse, primero, la totalidad de lo ente en sí, para que después haya negación de dicha totalidad para que la nada sea en sí nada. Sin embargo, queda una pregunta fundamental en esta serie de postulados: ¿cómo la nada o la totalidad de lo ente puede ser accesible para nosotros?

A modo de respuesta, el ser no puede acceder de manera directa a la totalidad y, por ende, tampoco a la nada, sin embargo, el ser si puede pensar la totalidad y, por ello, a la nada, a través de las ideas. Es por esto, que al pensar el ser la totalidad de lo ente por medio de ideas, se posiciona frente a la imaginación de lo ente en su totalidad, sin embargo, estar en imaginando la totalidad de lo ente o la nada en sí, no llega a significar que se consiga acceder a la totalidad de lo ente y a la nada.


Sin embargo, el Dasein al estar siendo en el aquí y ahora, el todo lo acoge por estar en medio de este. Es así como “por dislocada que nos pueda parecer la realidad cotidiana, en cualquier caso, sigue manteniendo a lo ente, aunque sólo sea en la sombra, en una unidad del todo. Incluso y precisamente con las cosas o con nosotros mismos, nos sobrecoge el todo” (Heidegger, 2003: 23).


Ahora bien, ¿cómo el todo sobrecoge al ser? O ¿de qué forma sabemos que estamos en medio de la totalidad de lo ente que nos acoge? Menciona Heidegger que una forma en la que nos sabemos entre la totalidad de lo ente es por medio de los estados de ánimo, por medio de lo que el ser siente en determinados momentos de su estar siendo.


El estar ahí siempre nos reúne con el estar en medio de la totalidad de lo ente, siendo los sentimientos el funcionar que nos hace estar ahí mediante experiencias. Por esto, los estados de ánimo –que son la manifestación concreta de los sentimientos en un estar siendo en el ahora– al postrarnos en el en medio de la totalidad de lo ente, nos revelan la naturaleza oculta de lo que se esta buscando: la nada.


De esta forma, si los sentimientos nos conducen a la totalidad de lo ente, ¿habrá un sentimiento que nos pueda conducir a la nada? Según Heidegger, sí, y ese sentimiento es la angustia.

Dicho sentimiento –angustia– no tiene nada que ver con el miedo o con el pánico (los cuales conducen a situaciones que refieren siempre a un algo o provienen de un acontecimiento específico) por el contrario, es esa sensación de extrañeza que nos conduce a un estado de indiferencia hacia con los otros y con las cosas.


La angustia es ese sentimiento de extrañeza radical frente a la totalidad de lo ente, por ello, resulta difícil especificar hacia qué y cómo se siente el estar angustiado, porque el Dasein se hunde en la profunda indiferencia hacia el mundo en sí. Y en este momento en que uno se extraña del mundo, es cuando la nada se revela de forma evanescente, porque cuando la nada invade la existencia particular del ser, es cuando este se escapa de la totalidad de lo ente, a pesar de que está en medio de lo ente mismo.


Ante esto, “la angustia nos deja sin palabra. Puesto que lo ente en su totalidad se escapa y precisamente ésa es la manera como nos acosa la nada, en su presencia enmudece toda pretensión de decir que al es” (Heidegger, 2003: 27).


Es así, como la nada es presentada por la angustia, pero no como una forma precisa referida a algo que se presente en lo ente, sino se desvela como la clausura misma de la totalidad al desistir de la misma; la nada se presenta por medio de la angustia a través de una indeterminación total, que termina por extrañarse radicalmente de lo ente, más nunca negándolo.


De esta forma, la nada se nos presenta no mediante la negación de lo ente, sino con y a la par de lo ente en sí mismo, porque si no fuera así, la nada no tendría motivo ni razón, es más, la nada no ejercería una fuerza de caducar el todo, porque la nada no desistiría totalmente de la totalidad de lo ente.


Y en este desistir es en donde la nada apertura la posibilidad origen de las posibilidades de lo ente en sí, porque “la esencia de la nada cuyo carácter originario es desistir reside en que ella es la que conduce por vez primera al ser aquí ante lo ente como tal” (Heidegger, 2003: 31). Por lo cual, el Dasein siempre procede de la nada, manifestando, por ello, no solo lo ente, sino también, el ser-aquí y la finitud misma del ser.


Asimismo, la nada al ser la posibilidad primigenia para el devenir manifiesto de lo ente y, por ende, del Dasein, configura una interrogante: ¿si la nada es la posibilidad para el existir, se tiene que estar en un estado constante de angustia para el desarrollo propio del Dasein que deviene entre la totalidad de lo ente?


Dado el anterior cuestionamiento, es medular contestar que la angustia siempre esta, lo cual no implica que siempre y en todo momento se encuentre de manera manifiesta en el ser-ahí del Dasein, es decir, la angustia atraviesa en todo momento al Dasein, pero no siempre se hace latente en él, por eso puede aparecer en cualquier momento y por ello su característica medular es su capacidad evanescente en el ser.


Por todo lo dicho, todo preguntar por la nada debe mostrarnos a la propia metafísica –que en términos simples es el “más allá de lo ente como tal” (Heidegger, 2003: 37)– y a lo ente como tal, porque toda pregunta metafísica incluye siempre la totalidad de lo ente, incluido el “Dasein que pregunta dentro de la pregunta” (Heidegger, 2003: 38).


Es así, que si descartamos la mera negación de la nada que se basa en una premisa lógica (principio de no contradicción) frente a lo ente y, en vez de ello, convertimos a la nada en un problema que da qué pensar, podemos llegar a verla como ya no un “opuesto indeterminado de lo ente, sino que se recela como perteneciente al ser de lo ente” (Heidegger, 2003: 39).


Por lo anterior es que toda la existencia que se comporta siempre y en todo momento de manera lógica y científica, no hace más que postrarse en una falsa superioridad, dado que

“sólo porque la nada es patente puede la ciencia hacer de lo ente mismo objeto de la investigación. Sólo cuando la ciencia vive de la metafísica es capaz de volver a lograr una y otra vez su tarea esencial, que no cosiste en coleccionar y ordenar conocimientos, sino en volver a abrir siempre de nuevo el espacio completo de la verdad de la naturaleza y la historia” (Heidegger, 2003: 41).


De manera paradójica, lo ente adquiere su más amplio interés y asombro, cuando nos asfixia su más profunda extrañeza al sentir, a través de la angustia, a eso tan indeterminado e indecible como lo es la nada.


Lo ente al ser por la nada y el Dasein al estar siempre entre la totalidad de lo ente, implica que la metafísica no sea ese simple más allá de lo ente, sino también, el más acá del Dasein. Por eso, la metafísica misma forma parte de la “naturaleza del hombre”, porque en ella, se comprende la complejidad de la vida que se da en la manifestación extrema de la nada en medio de la totalidad de lo ente: la muerte, la cual, al fin y al cabo es la premisa paradójica de la vida misma,

por el eso el ser, siempre, es ser para la muerte.


Bibliografía


Heidegger, Martin (2003). ¿Qué es la metafísica? (España, Madrid: Alianza Editorial).

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Methodos: Idea original del consejo directivo.

ISSN: En trámite.

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